DESPERTAR A OTRO MAÑANA

Hoy abrió los ojos, despertando al nuevo día con la misma sensación que lo hacía en los últimos cinco años, después de una noche de sueño intermitente, de despertar y dormir, dormir y despertar.  Solo que ahora, sin saber por qué, iba durmiendo algo mejor. Ya no pasaba tantas horas en vela como al principio, quizás su cuerpo se había ido habituando a su cama vacía, a que ya no quedase sobre la otra almohada resto alguno de su olor.
Su cuerpo sí, pero no su alma. Su alma seguía con aquel vacío, un vacío al que se había ido acompasando día a día, mes a mes y año a año; solo que ahora ya no dolía. Su mirada apagada y sus ojos tristes eran su carta de presentación. Aquellos preciosos ojos verdes que siempre maquillaba resaltando su brillo y su belleza y que ahora, estaban olvidados, salvo para los que la conocieron en el antes y el después.
¡Qué más da lo que dijeran! Animarla, aconsejarla..., para ella todo murió aquella noche...
Se levantó, se vistió y se preparó el desayuno de forma mecánica. El café con leche y ahora, ahora había vuelto a hacerse una tostada, vacía, sin mantequilla, ni aceite ni nada. Al principio era dormir y dormir sin querer despertar. Luego ya, un café solo, pequeño, alguien dijo que tenía que volver a abrir la tienda; después, un poco de leche, y así, poco a poco empezó a parecer un desayuno. Pasó el peine por su cabello, lo necesario para desenredarlo; el espejo también quedó olvidado, pasaba por delante de él sin dejar que su mirada se posase, si en alguna ocasión vio su figura dibujada, rápidamente retiraba no queriendo buscar preguntas donde no había respuestas. Cogió las llaves de casa y las de la tienda, siempre estaban en el pongo todo del mueble de la entrada. Él siempre las dejaba allí, ella, en cualquier sitio, así que todas las mañanas cuando él iba a abrir la tienda y a dejarle todo preparado para cuando ella fuera, se volvía loco buscándolas.
Ahora, era ella quien las dejaba siempre en su sitio. Cogió el bolso, salió y cerró la puerta. Empezaba otro día con la misma rutina; para algunos, su rutina diaria quizás les asquearía, a ella, tanto le daba, sería un día más, sin tonalidades. Los días de colores quedaron muy atrás, cinco años atrás, una horrible noche de tormenta.


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